Darwin conjeturó que la vida había aparecido probablemente en un charco templado. Este tipo de conjeturas desde el completo desconocimiento de la realidad son del mismo tipo que aquellas que afirman que el mundo lo sostiene un elefante que está sobre una tortuga. En tiempos del gran embaucador nada se sabía sobre la complejidad bioquímica, la célula era "una unidad uniforme de protoplasma"y ya que la doctrina había dado una respuesta a como una bacteria llega a ser ser un elefante, por más que esta respuesta es realmente delirante, era necesario completarla con la aparición de la bacteria por generación espontánea como originalmente se llamó al proceso, aunque después éste perdió espontaneidad y ganó prosopopeya al ser llamado abiogénesis.
La abiogénesis era imprescindible para el fin que se proponía el darwinismo, que no era otro que "demostrar" que la vida, su aparición y evolución, con su diversidad y complejidad se explica por azar y algún mantra del tipo aptitud o adaptación, que en realidad son palabras sin significado, u otra estupidez similar como reproducción diferencial.
Si el delirio se apoderó del discurso darwinista en lo que se refiere a la evolución, en cuanto se refiere a la aparición de la vida la cuestión es aún más divertida, cualquier estupidez, incluso las más surrealistas, fruto de imaginaciones desbordadas están permitidas. Nos ofrecen gran variedad de "modelos"y"mundos" además del "experimento"con rayos y truenos de Miller.
Aquí hay una buena muestra de lo que digo. Estos mundos y modelos solo necesitan ser expuestos, no importa lo ridícula que sea la propuesta, para ser aceptados como "hipótesis plausibles". Es muy cierto que en las últimas décadas los mundos y modelos están de capa caída y no hay ese torrente de propuestas con que avasallaron a la opinión informada.
El nivel de estas propuestas, como ya digo, ridículo, puede verse por ejemplo en la de Cairns-Smith que publicó su libro Siete pistas sobre el origen de la vida, y pronto fue traducido al español y publicado por Alianza editorial, en edición de bolsillo. Así decenas de miles de curiosos interesados por el origen de la vida pudimos leer con asombro que los cristales de arcilla se reproducían y pudieron servir de molde a moléculas orgánicas. Alguien comentó con razón, que eso era verdaderamente "sacar la vida de debajo de las piedras", y eso es lo que han hecho los fatuos y en el fondo inseguros darwinistas, que con ese enorme bagaje de "mundos y modelos"varios, se defienden como pueden de cualquier tentación de racionalidad que pudiera sobrevenirles por sorpresa, y sacan la vida de debajo de las piedras, de una sopa templada, de una burbuja costera o de una chistera; que todo vale si es por una buena causa, y esta lo es, porque como dice Dawkins, permite a tantos borregos sentirse ateos intelectualmente satisfechos.
Como afirma Hubert Yockey:La historia de la ciencia muestra que un paradigma, una vez que ha adquirido un estatus de aceptación (es incorporado en los libros de texto) y a pesar de sus fallos, solo es declarado inválido cuando se dispone de un paradigma para reemplazarlo. No obstante, con objeto de generar progreso en la ciencia, es necesario hacer limpieza en los anaqueles, por así decirlo, de paradigmas fallidos. Esto se debería hacer incluso si deja los anaqueles completamente limpios y no sobrevive ningún paradigma. Es una característica del verdadero creyente en la religión, filosofía e ideología que debe tener un conjunto de creencias pase lo que pase. La creencia en una sopa primitiva en base a que no tenemos ningún otro paradigma es un ejemplo de la falacia lógica de la falsa alternativa. En la ciencia es una virtud reconocer la ignorancia. Este ha sido el caso universalmente en la historia de la ciencia, tal y como Kuhn (1970) ha discutido en detalle. No hay razón para que esto sea diferente en la investigación del origen de la vida
.
Si la hay, y una razón muy poderosa, sin abiogénesis, sin sopa, u otra de esas estúpidas explicaciones, no hay satisfacción intelectual que valga, siempre está presente la evidencia del diseño de la vida y el Universo, y esto hay que taparlo aunque sea con verdaderas locuras.
jueves, 9 de julio de 2009
El origen de la vida y los creyentes darwinistas
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8 comentarios:
Dios es una representación mental de un concepto ancestral que simboliza nuestra ignorancia a través de los tiempos. Este concepto nació casi a la vez que nuestro lenguaje. A medida que avanza el conocimiento, dios existe -como representación mental-, pero cada vez es más pequeño.
No sabíamos cómo funcionaba un relámpago, pues habrán sido los dioses. No sabíamos cómo se formaron las estrellas, pues habrán sido los dioses. No sabemos cómo empezó la vida, pues habrá sido el ingeniero celestial...
Turista espacial de regreso al pasado
No hay darwinista, ya sea anónimo o nominado que no domine la teología. Para compensar su desconocimiento biológico, les ha dado por eso.
Estimado Pepe:
¿Conoce la obra del profesor de biología de la Universidad Autónoma de Madrid Máximo Sandín?
No sé a ciencia cierta, ni creo que lo sepa nadie aún, qué ocasionó la vida; lo que si sé y sabemos es que existe vida. Podemos “saber” los cambios que el hombre y otras especies han experimentado a los largo de los tiempos… No obstante, para mí tiene lógica, lo veo claro, pero no voy a ofender a nadie por ello, es más me pica la curiosidad, quiero saber por qué, sino sabemos realmente la verdad, lo vemos diferente… será cosa de la cantidad de agua de la que estamos compuestos – parece ser que unos tenemos más que otros - o de duendes.
Decía que no sabía si sería la cantidad de agua, en bromas, lo que nos diferencia a unas personas de otras, cuando defendemos, a capa y espada, teorías creíbles pero no verificadas (¡cuántas guerras en nombre de religiones!... aunque desde hace tiempo creo que tras estas diferentes creencias está, la mayoría de las veces, los intereses concretos - el ansia típica de los humanos - en forma de ideología… y… - nuevamente creencias - ¡cómo somos capaces de darle la vuelta a la tortilla!; se ha luchado principalmente - a lo largo de la historia - porque creemos que existen dos o más tipos de hombres, los mejores deben mandar a los otros, o porque creemos que todos somos básicamente iguales – aunque realmente – así lo veo - lo que nos diferencia es tan mínimo comparado con el parecido, que nos da… rabia.
Me gustaría también decir que es muy interesante cuanto se dice en este blog. Gracias Pepe.
Saludos Mari.
"Anónimo", si Dios simbolizase la ignorancia sería usted la representación misma de la divinidad.
CASUARIO.
Hola Osvaldo:
Sí conozco la obra de Sandín, tengo su libro "Lamarck y los mensajeros" y he leído su página. Discrepo en algunas cosas con él.
Saludos Mari y Casuario
Anónimo (10 de julio de 2009 0:35) Si hay algo que me impresiona de los filósofos materialistas es la enorme capacidad para recitar verdades absolutas si la necesidad de presentar una miserable prueba.
Nuestros ignorantes ancestros no sabían cómo funcionaba un relámpago, los dioses; no sabían cómo se formaron las estrellas, los dioses; no sabían cómo empezó la vida, pues los dioses. Afortunadamente, los dioses son objetos de las creencias, no de las certezas, se cree o no en la existencia de dioses, y punto.
Los materialistas, en cambio, si saben. Saben cómo funciona un relámpago; saben cómo se formaron las estrellas; y sobre todo, saben cómo empezó la vida, pues lo tienen muy claro, habrá sido cualquier cosa menos el ingeniero celestial... ¿pruebas?
La explicación mítica no antecede al hecho religioso, sino a la filosofía. Es coexistente con la religión.
Una aplicación decimonónica y absurda del evolucionismo en la Historia, ha querido presentar el hecho religioso como una secuencia "mito-politeísmo-monoteísmo-ateísmo". Tal cosa no existe ni ha existido jamás.
El mito fue desplazado por la filosofía; no por la religión, del mismo modo que a ésta no la suprimió la filosofía.
La pretensión de que la Ciencia terminará con la Religión, además de una estupidez, es fundamentalmente falsa desde el punto de vista histórico.
Excepción hecha de nuestros inquisidores de vía estrecha, quienes anteceden su apriorismo ateísta a la propia ciencia.
CASUARIO.
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