Taducción rápida y casera del artículo de Michael Behe a que se refiere la anterior entrada.
En una larga reseña en The New Republic, el biólogo evolutivo de la Universidad de Chicago Jerry Coyne llama creacionista al biólogo celular de la Universidad de Brown Ken Miller. Algo poco sorprendente - la palabra "creacionista" tiene una resonancia emocional muy negativa en muchos círculos intelectuales, por lo que cualquier esfuerzo retórico se hace mucho más fácil si se puede etiquetar así al oponente intelectual. (Algo parecido a llamar a alguien "comunista" en los años cincuenta). No hace falta que el desventurado "creacionista" sea un literalista bíblico, o crea que la tierra tiene 6.000 años, o que sea política o socialmente conservador, o que tenga cualquier otro atributo que el público en general asocie a la palabra "C". Para Coyne, basta con pensar que pueda haber un Dios que haya afectado a la naturaleza de algún modo.
De hecho, Miller piensa que Dios dispuso las leyes generales del universo sabiendo que algunas especies inteligentes emergerían con el tiempo, para acompañarle. (Para estar convencido de la existencia de Dios, el escéptico Coyne quiere que un Jesús de 300 metros de alto se les aparezca a los habitantes de Nueva York, o algo igualmente dramático. Algunos pensamos que el código genético y la intrincada maquinaria molecular de la la vida es algo bastante más espectacular que esa desproporcionada aparición). Miller, sin embargo, es el modelo de un científico religioso que piensa que Dios nunca interferiría en las leyes de la naturaleza (al menos durante el desarrollo general del universo - los acontecimientos especiales en la historia religiosa son otro tema). Llamar a Miller creacionista es estirar el término hasta desfigurarlo, para hacerlo simplemente sinónimo de "teísta", con la ventaja para Coyne de que todas las connotaciones retóricas asociadas al creacionismo caen sobre Miller.
Sentiría más simpatía por Miller si no fuera por el hecho de que él utiliza el mismo truco cuando le conviene. Como apunta Coyne, "Una de las ideas más agudas de Miller es que el Diseño Inteligente implica no sólo diseño, sino una creación sobrenatural". Así, aunque los partidarios del DI como (ejem) yo, explícitamente negamos la necesidad de una creación sobrenatural del DI, y nos esforzamos mucho en explicar la diferencia entre una conclusión científica del diseño y una conclusión teológica de la creación, eso se ignora, y tanto Coyne como Miller pintan al diseño inteligente con la brocha gorda del creacionismo, lo mejor posible para desacreditarlo.
Mi propósito, sin embargo, no es ni atacar ni defender a Miller, que puede defenderse sólo. Más bien, es señalar una confusión bastante grande en el pensamiento de Jerry Coyne. Escribe:
"Sorprende lo cercanos que los creacionistas se han vuelto al darwinismo. Importantes defensores del DI como Michael Behe, profesor de la Universidad de Leigh (y testigo de la defensa en el caso Harrisburg), aceptan que la tierra tiene miles de millones de años, que la evolución ocurrió - parte de ella causada por selección natural - y que muchas especies comparten un antecesor común. Desde el punto de vista de Behe, el papel de Dios en el desarrollo de la vida habría sido simplemente el de Hacedor de Mutaciones, trucando las secuencias de ADN cuando fuese necesario para alimentar la aparición de nuevas especies y mutaciones. De hecho, Behe a comprado todo el cerdo darwiniano menos el rabo."
Pero si he aceptado todo menos la pequeñita cola del darwinismo, ¿por qué Coyne se molesta tanto conmigo (ver su reseña anterior de The Edge of Evolution, también en The New Republican)? Uno pensaría que si Jerry Coyne y yo estamos de acuerdo en el 99% de las cosas importantes, debería ser un poco más amigable. ¿Y por qué lincha a Miller como a un "creacionista" por aceptar todo excepto la más diminuta punta de la cola del cerdo? De hecho, ¿por qué usa el mismo epíteto para Miller que para alguien que cree que el mundo se creo en un torbellino de humo hace 6.000 años?
Porque, por supuesto, al contrario de lo que dice Jerry Coyne, la cuestión de "un diseño con sentido versus ningún diseño" no es precisamente secundaria - es central. La existencia de un diseño no es la cola del cerdo; es el jamón. Un verdadero "Hacedor de Mutaciones" o "Movedor de Electrones" (como Coyne nombra con sorna a la visión de Miller de Dios) atraviesa el corazón del puro del darwinismo. Como mucha gente además de mí ha señalado a lo largo de los años, la afirmación por la que Darwin se hizo famoso no fue la "evolución", había otras versiones teleológicas de la misma antes que él. Más bien, la contribución de Darwin fue proponer un mecanismo aparentemente ateleológico para la evolución - mutación al azar y selección natural. Francamente, es asombroso que Jerry Coyne se confunda tanto acerca de la importancia de la teoría de Darwin.
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