domingo, 29 de noviembre de 2009

Revolucionarios y diplomaticos



Como bien afirma el Naturalista Revolucionario , el darwinismo es incompatible con cualquier tipo de religión o de filosofía que no sea totalmente materialista. El cumplimiento del programa máximo impedirá cualquier desvío por muy pequeño que sea del más estricto materialismo filosófico en la enseñanza y en el debate público. El materialismo científico (ahora darwinista, no marxista) debe ser impuesto por decreto, con el razonable argumento de que lo que no se atenga a este materialismo, hará recaer a la humanidad en el animismo y la superstición lo que acarreará enormes males.
Esto anterior es tan cierto como que que el cumplimiento de este programa no es posible en las actuales circunstancias en Estados Unidos ni en Europa, y que la saña con que se ataca cualquier, no ya disidencia, sino una no absoluta sumisión al programa llama la atención a personas que están al margen de estas polémicas.

La afirmación de Robredo:Enseñar la controversia"no es libertad sino abuso infantil, no deja indiferente a quien la lee y nos hace ver hasta que punto el materialismo científista es totalitario.
Otras "anécdotas"como la protesta de Pinker por el nombramiento de Francis Collins para dirigir los NIH por haber manifestado que era cristiano, dejan sorprendidos a mucha gente que no pensaba que habíamos llegado tan lejos.

En mi opinión Robredo y otros de su estilo pecan de izquierdismo ingenuo y no favorecen, afortunadamente el triunfo de la Revolución Naturalista destapando claramente unas intenciones que permanecen más ocultas en otros a los que llama diplomáticos y "compatibilistas".

Uno de los más conspicuos representantes de esta postura diplomática, Francisco J Ayala, pope darwinista moderado, no es partidario aparentemente del ataque directo y feroz a la religión, solo ataca con verdadera saña al Diseño Inteligente. Podemos permitir la religión, afirma, pero no que se hable o se postule de alguna de inteligencia en el Universo y que esta pueda manifestarse de alguna forma en la vida. Adentrándose inevitablemente en la teodicea, como Dawkins y otros tantos, quizás recordando sus tiempos de fraile antes que cocinero, el moderado Ayala desbarra de forma ridícula cuando llega a afirmar que Dios ama más a los pulpos y los calmares que a los humanos porque según este orate, los ojos de los cefalópodos tienen un mejor diseño, o cuando afirma que la teoría neodarwinista está más demostrada que la teoría heliocéntrica, que afirma que la Tierra gira alrededor del Sol.

Tanto revolucionarios permanentes, como moderados diplomáticos en mi opinión hacen ver con tanto dislate a cualquiera que pase por ahí, que existe una enorme y en cierto modo misteriosa anomalía en esa visión cientifista que solo puede ser ocultada con exabruptos, griterío, o apelando a la censura.

domingo, 22 de noviembre de 2009

¿Cómo podría falsarse la teoría darwinista?




¿Cómo podría falsarse la doctrina darwinista? Como todo el mundo sabe, (hoy son popperianos hasta los jueces de línea) si una proposición no tiene posibilidad de falsación no es científica. Y una teoría que se pretenda científica debe expresar claramente como podría realizarse su falsación, que datos empiricos harían insostenible la doctrina.

El darwinismo como teoría es absolutamente irrefutable, dado que no tiene ningún valor predictivo y cualquier dato y su contrario encajan siempre perfectamente en la teoría.
Popper afirma reiteradamente con mucha razón que la única predicción de la doctrina, dados sus mecanismos evolutivos es el gradualismo. Los darwinistas ignoran que el gradualismo no es sostenible cuando los grandes cambios evolutivos se producen en un instante geológico.
Antes la explosión Cámbrica suponía un cierto problema para la doctrina, eso era cuando los datos no eran tan malos para los doctrinarios, cuando el avance de la ciencia nos hace ver lo rápida de esta explosión, los doctrinarios se lían la manta a la cabeza y farfullan algunas excusas: que si una bola de nieve, que si aumenta la presión de selección y eso hace que aparezcan todos los phyla animales con sus caracteristicas ya definidas, y otras fantasías realmente ridículas.

Dejemos aparte que el darwinismo ha sido falsado en cuanto su escaso valor predictivo lo permitía.
Dejemos aparte la explosión Cámbrica, que ya es dejar, y preguntemos a los creyentes darwinistas.

¿Cómo podría falsarse el darwinismo? Algunos ilustres kapos como G G Simpson y Maynard Smith, ya han manifestado como se podría: si apareciese un conejo o un elefante precámbico el darwinismo quedaría falsado.
En realidad estos trileros intelectuales pretenden identificar el hecho evolutivo con la estúpida teoría. Si apareciesen conejos, almejas y elefantes precámbricos, lo que se pondría en cuestión es el hecho evolutivo en si. Para mí como para tantos, es absolutamente improbable que eso suceda, y si esa condición tan absurda es necesaria para poder falsar la teoría, eso nos dice mucho del mínimo valor científico de la basura darwinista.

Supongo que los darwinistas que por aquí vienen tendrán una opinión razonable de como podría falsarse la teoría, si no se explica como puede falsarse no es científica.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Reflexiones de un sabio

Estas reflexiones de un gran biólogo, un verdadero sabio, que fue presidente de la Academia Francesa de Ciencias, y durante su larga vida no dejó de reflexionar sobre la evolución biológica, no han perdido actualidad aunque hayan pasado treinta años. El obstáculo que la ideología darwinista supone para el avance de la ciencia persiste como entonces. Hace muchos años que leí este libro, y algunas reflexiones a las que yo pensaba que había llegado independientemente, tienen sin duda el origen en estas lecturas cuyo contenido había olvidado aparentemente.






Las interpretaciones de los hechos evolutivos.

Constatamos no sin sorpresa, que las teorías que explican actualmente la evolución descansan sobre los mismos principios que las del pasado. A pesar de ello no han disminuido en absoluto las pretensiones de sus partidarios, sino todo lo contrario, y muchos biólogos anglosajones e incluso franceses escriben sin vacilación que el mecanismo de la evolución es conocido con toda precisión y certeza; tal es su fe en la doctrina. Se ha pasado del darwinismo al neodarwinismo y recientemente al ultradarwinismo, que pretende ser no solo el depositario exclusivo de la verdad en materia de evolución, sino incluso de la evolución misma; resulta pues vana toda discusión con sus partidarios.


El ultradarwinismo actual, que pretende estar en posesión de la verdad, engaña a los biólogos deficientemente informados, les extravía y les inspira interpretaciones erróneas.

He aquí un ejemplo tomado al azar de una lectura: "Entre los microorganismos, el tiempo de generación es corto y el tamaño de la población es enorme. Por consiguiente, la mutación actúa como un proceso de evolución muy potente en periodos de tiempo más breves que en una población de organismos superiores" P R Lewin 1969

Este texto da claramente a entender que las bacterias actuales evolucionan muy rápidamente gracias a sus innumerables mutaciones. Pero eso no es cierto: desde hace milenios, incluso miles de millones de años, las bacterias no se han despegado de su cuadro estructural, dentro del del que han fluctuado y continúan haciéndolo. Por supuesto, en los cultivos, el microbiólogo ve las especies bacterianas oscilar en torno a una forma media, pero esta constatación no autoriza a Levine a confundir dos fenómenos diferentes, como son la variación del código genético por copiado erroneo del DNA y la evolución. Variar es una cosa, evolucionar es otra; no nos cansaremos de repetirlo.

A golpe de dobles postulados, de extrapolaciones temerarias- si no ilegítimas-, se crea y se instala una seudociencia en el corazón mismo de la biología, induciendo a error a muchos bioquímicos y biólogos que de buena fe, creen demostrar la exactitud de nociones fundamentales que de hecho no lo son.

Los bioquímicos y biólogos que se adhieren con los ojos cerrados a la doctrina darwinista se esfuerzan por hacer corresponder con ella los resultados de sus trabajos, y orientan en consecuencia, sus investigaciones, ya se refieran a la ecología, la etología, la sociología, la dinámica de poblaciones, la genética o la paleontología... Esta intrusión de la teoría tiene tres efectos inoportunos: priva de objetividad a las observaciones y las experiencias, las hace parciales y, lo que es más grave, engendra falsos problemas.

Evolución de lo Viviente. Pierre P Grassé.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Sin rastro




Hay actualmente una serie de problemas planteados a la visión darwinista de la evolución que en mi opinión no tienen solución de ningún modo desde la perspectiva de la doctrina. Los doctrinarios no quieren siquiera ver estos problemas o los zanjan con alguna frase hecha.

Al insoluble problema de la Explosión Cambrica y a la del patrón de la aparición de la información genética sustantiva y a otros, se añade el de la desaparición sin dejar rastro de los precursores biológicos de la célula. La respuesta de los dogmáticos es muy simple han desaparecido porque se los han comido sus sucesores más evolucionados. Los sucesores más evolucionados no se han comido a las primeras células sino que estas procariotas llenan la biosfera. Sampedro se plantea honradamente esta extraña desaparición, pues cabría encontrarlos por todas partes.

Si la primera célula, seguramente una bacteria, se formó en la Tierra a partir de la materia inerte, es obvio que no pudo hacerlo de un solo paso. Debió haber numerosos intermediarios. Y si fue así, ¿dónde están sus herederos? Los resultados de miles de millones de ensayos para construir uan bacteria. Los titubeos, las vacilaciones, las salidas en falso. La inmensa mayoría murieron sin dejar descendencia, por supuesto, pero ¿alguien se habría atrevido a predecir, a deducir de lo principios darwinianos que solo habría un ganador de ese proceso? ¿Que una única célula bacteriana, surgida de la sopa química primordial, sí, pero dotada de toda la desesperante complejidad de cualquier célula por simple que ésta sea, iba a dar lugar a todos los seres vivos que existen actualmente y a todos los que ya han dejado de existir en este duro mundo de fiera competencia y flaca memoria?

Una solución simple puede muy bien ser única: cualquier instrumento que sirva para comer sopa debe tener la forma aproximada de una cuchara. Pero a nadie se le ocurre que una solución compleja pueda ser única. No puede haber una sola forma de organizar el tráfico en una ciudad de tres millones de habitantes, como no puede una sola forma de analizar la historia del arte, ni de escribir una novela policíaca en la que el asesino resulte ser el narrador. Ni siquiera Bill Gates debe estar convencido de que Windons es el único sistema operativo capaz de hacer funcionar un ordenador. Los problemas complejos siempre tienen numerosísimas soluciones.

¿Dónde están las otras soluciones para generar vida a partir de la materia inerte? Cabría encontrarlas por todas partes, por mucho que, según nuestros criterios antropocéntricos, resultaran menos brillantes, menos compactas o menos evolucionables que la solución que la solución que acabó generándonos a nosotros.

Pero el caso es que no es así. Todas las malditas células que constituyen su cerebro, lector, todas las malditas células que forman el hígado de un camello, todas las que conforman el ala de una mariposa y todas las condenadas que hay en el mundo descienden evidentemente de la misma Eva, de la única madre de todas las células. ¿No es esto sorprendente? Yo creo que es extraordinariamente sorprendente. Y sin embargo no hay la menor duda de que esto es así.


Deconstruyendo a Darwin. Javier Sampedro.