miércoles, 29 de abril de 2009

Una digresión.



¿Para provecho de quién, han venido al mundo ratones, elefantes y flores?
Nos estamos acercando a una respuesta definitiva a todas las preguntas de esta clase. Las flores y los elefantes sirven "para" la misma cosa que todos los demás organismos de los reinos vivos, para diseminar programas "Duplícame" escritos en el lenguaje del DNA.[...]

El lector comprenderá que utilizo "elefante" para referirme a todos los organismos grandes y autónomos, flores o abejas, seres humanos o cactus, incluso bacterias. Las instrucciones de un virus como hemos visto, dicen "Duplicame" ¿Qué dicen las instrucciones del elefante? Esta es la idea principal que prefiero dejar para el final del capítulo. Las instrucciones del elefante también dicen "Duplícame" , pero lo dicen de una manera mucho más tortuosa. El DNA de un elefante constituye un programa gigantesco, análogo a un programa de ordenador. Al igual que el virus de DNA, es fundamentalmente un programa "Duplícame", pero contiene una digresión casi fantásticamente grande como parte esencial de la ejecución eficiente de su mensaje fundamental. Dicha digresión es un elefante. El programa dice: "Duplícame por la ruta tortuosa de fabricar primero un elefante". El elefante come para crecer, crece para hacerse adulto; se hace adulto para aparearse y reproducir nuevos elefantes; reproduce nuevos elefantes para propagar nuevas copias del de las instrucciones del programa original.


Escalando el monte improbable. Richard Dawkins


Siempre he pensado que la filosofía darwinista es ridícula y absurda, por supuesto sin ninguna relación con la verdadera ciencia, pero viendo estos discursos, se muestra claramente hasta que punto desvarían estos perturbados predicadores. Resulta que los elefantes, los humanos y las flores, somos una digresión.
Al parecer, lo importante para Dawkins, -solo le ha faltado decir"la cosa en si"- es el programa de DNA, que para duplicarse necesita en algún momento seguir la "ruta tortuosa" de fabricar un elefante o un humano, pero estos son, somos, algo accidental, máquinas ciegas utilizadas por el DNA para sobrevivir.
Se comienza abominado de la teleología y se llega a estas conclusiones. Ya lo había expresado Dawkins de otra forma:
Somos máquinas de supervivencia, autómatas programados a ciegas con el fin de perpetuar la existencia de los egoístas genes que albergamos en nuestras células.


digresión.
(Del lat. digressĭo, -ōnis).
1. f. Efecto de romper el hilo del discurso y de hablar en él de cosas que no tengan conexión o íntimo enlace con aquello de que se está tratando.

jueves, 16 de abril de 2009

El cuello de las jirafas 2



Son muchos cambios conjuntos que afectan a la anatomía y fisiología de la jirafa, los que se necesitan para que sea posible que el animal adquiera un cuello tan largo. En la anterior entrada, solo se han mencionado algunos como la aparición "ex novo" de estructuras anatómicas en el sistema vascular para regular los cambios de presión al bajar la cabeza.
Que un error en la copia del genoma (muchos errores en la misma linea, no se trata de una pequeña modificación) de lugar a la aparición de una estructura anatómica nueva, una "rete mirabilis" para descargar la presión al bajar la cabeza el animal es realmente algo milagroso. Si a este se suman otros múltiples y complejos cambios necesarios, imprescindibles y simultáneos para el mismo fin: que el animal pueda bajar la cabeza, con la aparición de estructuras musculares contráctiles con "efecto corazón" en la venas de retorno del cuello y otros, el milagro es mucho mayor.

Los darwinistas no aprecian los milagros de la selección en lo que valen, no le dan la importancia que merecen. Los cambios (siempre basados en errores en la copia del genoma) que llevarían a la jirafa a tener un tercer ojo o una joroba no se produjeron, los "errores" son "direccionales" y coordinados.

Lo cierto es que una evolución compleja como el alargamiento del cuello de la jirafa con tantas modificaciones conjuntas imprescindibles, necesita una dirección de proyecto, muy probablemente con grandes cambios en los genes directores tipo hox, o la aparición de nuevos genes de este tipo que coordinen el trabajo evolutivo, ajustando los múltiples cambios en el sistema circulatorio, respiratorio y el tejido conjuntivo del animal. Para otros cambios evolutivos como la aparición de los ojos, existen estos genes directores como el pax 6, que es el mismo en todos los animales, aunque fabrica ojos con diseños muy diversos como el ojo múltiple de los insectos o el de los vertebrados, tan distintos. El pax6 es solo el director de la orquesta, son muchos los genes downstream que se ponen a sus ordenes para fabricar el ojo que convenga al animal.

Como las nociones de diseño y organización jerárquica, en biología tan evidentes, están abandonadas por culpa de la ideología darwinista, se hacen muy difícil de entender los cambios evolutivos complejos que se atribuyen a cambios basados en el azar, y en general los darwinistas no quieren entrar a fondo en estos temas porque ponen en evidencia las inconsistencias de la doctrina.

Para mi es significativo que el primero de los genes hox, biyhorax, se descubriese en en 1915 y realmente no se comenzasen a estudiar los genes reguladores hasta los años ochenta.
Las gafas de madera que se colocan los darwinistan parece que les impiden ver la realidad y han alejado su vista de la evolución direccional y jerárquica y se limitaban a repetir: un gen, una enzima. Solo cuando la evidencia se impone sin remedio, algunos hablan de "evolución modular", pero claro, es mucho más difícil imaginar como estos "módulos" (complejos programas evolutivos como podrían ser la fabricación de un ojo o el programa para alargar el cuello de la jirafa) con múltiples genes involucrados e interdependientes llegaron alguna alguna vez a aparecer por azar.

miércoles, 8 de abril de 2009

Jirafas hipertensas




En este video se explica la teoría darwinista con dos ejemplos.
Aquí el maestro Paleofriki nos muestra los errores y da la verdadera explicación darwinana del porqué del cuello largo de las jirafas.


En realidad, una explicación típicamente darwiniana de la evolución del cuello jirafal (o jiráfico), y suponiendo que es la alimentación el factor clave de la ventaja adaptativa, sería así:

Las jirafas de cuello corto primitivas varían en longitud de su cuello: unas lo tienen un poco más largo, otras un poco más corto. Las de cuello un poco más largo se alimentan mejor y se reproducen más. Sus descendientes heredan ese cuello un poco más largo que la media. En la siguiente generación sigue habiendo variación en la longitud del cuello de las jirafas, unas lo tienen un poco más largo, otras un poco más corto. Pero por término medio, el cuello es ahora un poco mayor que antes. Si las de cuello algo más largo siguen teniendo ventaja reproductiva, con el paso de las generaciones, la población tendrá un tamaño medio del cuello cada vez mayor. Gradualmente se llega a un cuello extraordinariamente largo como el de las jirafas actuales.


Según la doctrina darwinista si hay una ventaja reproductiva al tener el cuello algo más largo, entonces se hace inevitable el alargamiento.
Lo cierto es que el alargamiento del cuello produce una serie de problemas que hacen que se necesite un rediseño total del sistema cardiovascular y respiratorio del animal, con modificaciones que afectan a toda su anatomía y con aparición de nuevas estructuras, y estas modificaciones y estructuras, este rediseño global, es producto de errores en la copia del genoma según afirma el dogma darwinista, y a tiempo justo para ser útiles. Naturalmente los creyentes darwinistas no reparan en estos "detalles", porque aunque la fe es grande, se deben evitar las tentaciones.

El corazón de la jirafa tiene que agrandarse mucho para poder lanzar la sangre hasta la cabeza con un cuello de tres metros. Pesa unos 12 kilos y tiene una longitud de 60 cm; la tensión arterial es mucho mayor del doble de cualquier otro mamífero y esto supone cambios muy significativos en el tejido conjuntivo del animal para que no se produzcan hemorragias por enorme hipertensión y extravasación de liquido al espacio extravascular en las patas. Sin duda hay muchos más cambios en la anatomía y fisiología, pero solo voy a fijarme en los específicos que permiten que la jirafa pueda bajar la cabeza.
Resulta que al bajar la cabeza, la gran presión sanguínea aumenta aún mucho más y el animal moriría, pero no es así, gracias a una serie de válvulas en las arterias del cuello que modulan el flujo. El retorno sanguíneo por el sistema venoso con la cabeza baja, sería imposible y de nuevo el animal moriría, pero el azar hizo que al mismo tiempo que el sistema valvular arterial, apareciese una modificación crucial en el sistema venoso del cuello, con venas con músculo en su pared que se contrae con un efecto impulsor como el corazón, para que la sangre no se acumule en la cabeza.
El azar, nos dice el darwinismo, ha producido estos milagros anatómicos conjuntamente y justo a tiempo, mientras alargaban su cuello, y han sido aprovechados por los supervivientes. Antes todas las jirafas morirían por hipertensión y por bajar la cabeza.
Realmente hay gente que piensa cosas muy raras, porque el fanatismo darwinista ciega.

jueves, 2 de abril de 2009

El Universo inteligente, Fred Hoyle.



Este es el Prefacio, con algún pequeño corte, del libro de Fred Hoyle, El universo inteligente. Aunque no suscribiría todo lo que afirma Hoyle, estoy de acuerdo en lo sustancial: la visión materialista estrecha y en el fondo nihilista que ofrece el darwinismo es un enorme peligro para el futuro de la humanidad. Hoy hay muchas más evidencias que cuando esto se escribió para desmentir las fantasías darwinistas, por eso sus ideólogos están enfurecidos y se revuelven con más furor contra todo el que disiente, pero espero que más pronto que tarde, la razón se impondrá.


Todo el mundo se ha preguntado en algún momento si existe un objetivo real en la vida. Evidentemente, todos tenemos objetivos inmediatos: lograr el éxito en nuestras carreras, educar a nuestros hijos y en muchas zonas del planeta, simplemente en subsistir. Pero ¿hay objetivos a largo plazo? ¿Por qué razón vivimos en definitiva nuestras vidas?
La biología, tal como se enseña en la actualidad, responde diciendo que para producir la siguiente generación. Pero muchos de nosotros seguimos preguntándonos si es así en realidad. Sí el objetivo de toda generación se limita a producir la siguiente, ¿tiene algún sentido, el resultado global que se alcance en un futuro más o menos lejano? No, responde otra vez la biología; no hay nada sino la continuidad, ningún objetivo salvo la prosecución de la existencia, ahora o en el futuro.

Entonces ¿para qué sirve esa característica única de nuestra especie, el código moral vigente en todas las sociedades humanas? Sirve para asegurar la continuidad de nuestra existencia, responde el biólogo. Puesto que los seres humanos alcanzan mejores resultados al trabajar conjuntamente en grupos, la preocupación por el bienestar de los demás, aparte del nuestro, favorece la supervivencia de la comunidad.
En principio demos por cierta esa proposición. Está claro que carecemos de muchas de las propiedades que favorecerían nuestra supervivencia: por ejemplo, el hombre no tiene la ventaja de huir del peligro corriendo como una liebre o elevándose al cielo como un pájaro. Esto evidencia una lógica no lineal; así como el deseo no genera automáticamente lo deseado, tampoco lo que constituye una ventaja se impone de de forma necesaria, ni en biología ni en cualquier otro campo.

El sentido del hombre es muy frágil, y requiere el reforzamiento de un entramado de leyes, pues por si misma la virtud no resulta especialmente ventajosa para la supervivencia. En nuestra vida cotidiana se saca, en muchos casos mayor provecho de la mentira que de la verdad, y demasiado a menudo la violencia y la agresión siguen siendo provechosas para la supervivencia de las naciones. En cambio, sería fácil elaborar una bien tramada argumentación para demostrar que el sentido moral persiste en el hombre, a pesar de todas las tentaciones que se le presentan constantemente en sentido contrario.

El punto de vista moderno según el cual la supervivencia lo es todo, deriva de la teoría de Darwin sobre la evolución biológica a través de la selección natural. Por muy desagradable que pueda parecer, ese es un capítulo abierto a todo tipo de oportunismos. Siempre que pueda presentarse como verosímil que incluso la mentira y el asesinato pueden contribuir a la supervivencia -la nuestra como individuos o la de la comunidad en que nos ha tocado vivir- ,entonces la lógica ortodoxa nos obliga a aceptar esas prácticas, solo porque no hay más moralidad que la de la supervivencia.
Si tuviese que defender la ciencia ortodoxa de esta desagradable acusación, insistiría en que no se trata tanto de que la biología influya en el estado de la sociedad, sino más bien que dicho estado controla el pensamiento de los biólogos. Empezaría demostrando que las ideas que informan la teoría de Darwin ya habían aparecido hacia 1830,casi un un tercio de siglo antes de la publicación de El origen de las especies. Sin embargo, aunque las ideas ya estaban ahí, el estado de la sociedad todavía no se hallaba a punto para asimilarlas. Se requería un cambio importante antes de que pudieran penetrar esas ideas.

Resulta fácil determinar en qué consistía el cambio. Hacia la década de 1860 florecía el mundo industrial. Las compañías competían ferozmente en la manufactura de productos análogos, las naciones competían por el Lebensraum. Esto último no era especialmente nuevo, pero sí lo era el comercio agresivo, con su secuela de desgracias a gran escala. De la experiencia práctica en el mundo del comercio no quedaba más que un pequeño paso para introducir el concepto de mejora de la especie mediante la selección natural, es decir, la teoría darwinista.
Exceptuando unos pocos científicos, nadie advirtió ese paso crucial en la analogía entre la selección comercial y la natural. La selección comercial sólo se da porque detrás tiene inteligencias humanas en un esfuerzo continuo por mejorar la gama y la calidad de sus productos; así pues, la selección comercial está muy lejos de carecer de objetivo, como se considera es el caso de la selección natural en biología.
En realidad la selección natural actúa como un cedazo. Puede distinguir entre las especies, pero no decidir a cuál de ellas le corresponderá ser separada en primer lugar. El control sobre lo que se presenta en el cedazo debe entrar en la biología terrestre procedente de su exterior (no solo del mundo viviente sino mucho más allá de los confines de nuestro planeta).

En la actualidad existe una montaña de pruebas o evidencias en que basar ese punto de vista. Exploraremos algunas en los primeros capítulos. En cuanto se admite que la biología terrestre ha sido empujada a través de la evolución por una fuerza exterior a la propia Tierra, entonces queda amenazada la visión ortodoxa: la ausencia de un objetivo. Pues así como como el comercio orientado por la inteligencia humana tiene un objetivo, lo mismo ocurre con la influencia orientadora de la biología.
Eso es justamente lo que los científicos ortodoxos se niegan a admitir. Como de ello pueden resultar connotaciones religiosas- a falta de de una palabra mejor-, y como los científicos ortodoxos se muestran más preocupados por evitar el retorno a los excesos religiosos del pasado que por mirar cara a cara la verdad, la visión nihilista descrita anteriormente ha dominado el pensamiento científico durante un siglo.
La presente obra es la protesta más decidida contra dicha visión de las que he formulado. Sinceramente, me obsesiona la idea de que las concepciones nihilistas -que la opinión cualificada prefirió adoptar tras la publicación de El origen de las especies -comprometieron a la humanidad en una vía de autodestrucción automática. Se puso una bomba de relojería. No está muy claro que esta situación pueda remediarse aún, que la bomba de relojería pueda detenerse de alguna manera.
Son muchas las personas que hoy advierten graves desajuste en la sociedad, pero por desgracia disipan sus energías protestando contra un asunto inconsecuente tras otro. Lo adecuado es protestar, como propongo hacerlo aquí de modo parecido a la precisión matemática, en torno a la naturaleza y el origen cósmico del hombre.